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Diluciones bajas: 5 o 7 ch. Se usan para tratar ocasiones agudas, con indicios físicos concretos (fiebre, anginas, otitis, problema realmente grave, etc.). Diluciones medias: 9 o 15 ch. Si los indicios concretos, agudos o no, se asocian de numerosos indicios, propiedades y de la tipología del remedio. Diluciones altas: 30 ch. Esta clase de diluciones deberían ser prescritas por un homeópata dado que trabajan sobre el fondo psicológico del sujeto. En la situación de que un remedio preciso haya sido administrado en diluciones medias con anterioridad y se haya visto una clara mejoría, puede tomarse una dosis del remedio, en diluciones altas, si aún persiste, aunque débilmente, alguno de los indicios o síntomas.
La homeopatía es un armamento terapéutico selectivo que intenta ofrecer un resultado eficaz. Funciona con algún instrumento terapéutico común, inclusive con antibióticos, dependiendo del tratamiento, no tiene por qué ser peligrosa la ingesta de ambos medicamentos. Incluso está demostrado que en procesos gripales con tos y mucosas la homeopatía ayuda bastante a no tener tos, sobre todo por las noches. Al igual que la toma con antibióticos ayuda al cuerpo a librase antes de los virus causantes de la gripe. Es recomendable consultar con su médico, ya sea homeópata o el médico de cabecera.
En la homeopatía existen potencias diversas. La dosis se decide según el caso individual. En los remedios homeopáticos existen las potencias D-, C-, y LM- (Q-). Cada una de las potencias existe desde la primera hasta la bicentésima disolución, y más. D indica una disolución en relación de 1 a 10. C es una disolución de 1 hasta 100 y LM o Q es una disolución de 1 a 50.000. La potencia se elige según la similitud del paciente con la materia médica. A más similitud mayor será la dilución que daremos. En cualquier caso es importante que un buen homeópata trabaje con estas diversas potencias.
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